Para escuchar el latido del corazón de Vicálvaro hay que acercarse al Mesón del Aguila. Con una animación desbordante y un lleno diario, este mesón tradicional, abierto en 1965, ofrece tapas muy variadas en su gran barra de 25 metros, y tiene tres salones para comer. Lo abrieron los padres de Julia y Clemente, los cuales tenían una vaquería. Al cerrarse las vaquerías madrileñas por orden gubernativa, abrieron el mesón. Entre las raciones, yo destacaría la oreja a la plancha. También tienen fama las setas, entre ellas el boletus con jamón, y las carnes.
(En la calle Cruz de la Misa, 1, metro Vicálvaro o San Cipriano)

Foto: Carlos osorio