De verdad que yo me sentía orgulloso de nuestra Sanidad Pública.
Hasta gente importante como los presidentes Clinton u Obama enviaron delegaciones para estudiar nuestro modelo de Sanidad no hace mucho tiempo.
No dudo, nadie duda, que había que racionalizar el gasto.
Pero lo que se está haciendo va más allá.
Ya me lo temía cuando hace cinco años privatizaron por primera vez la gestión de uno de los distritos sanitarios: el siete, que es el mío.
Poco a poco, los médicos con más experiencia fueron jubilados o trasladados y los sustituyeron por médicos recién licenciados o contratados en los países del hemisferio sur.
La razón, como puedes suponer, no era mejorar la calidad de la asistencia, sino gastar menos en la salud de los pacientes.
De la noche a la mañana se «perdieron» los expedientes clínicos de la mayoría, te cambiaban de médico cada mes, los análisis clínicos ya no eran tan minuciosos…
Eso, eso mismo es lo que ha decidido aplicar ahora en toda la Comunidad de Madrid.
Daba pena ver cómo se deshacían hace poco de los 700 médicos veteranos de nuestra ciudad, sin una mala carta de agradecimiento, sin darles tiempo a despedirse de sus pacientes, sin permitirles que formaran a los nuevos médicos.
Da pena que un trabajo tan hermoso como curar a los seres humanos lo conviertan en algo agobiante y estresante, que es lo que están haciendo.
Esto es lo que sucede desde que la atención médica ya no la dirigen los médicos, sino unos especialistas en marketing de una empresa de capital riesgo.
Todo para ahorrar un dinero tan escaso que si lo comparamos con los cientos de miles de millones empleados para intentar llenar el pozo sin fondo de la banca, produce dolor.