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Cuando yo era pequeño, mi abuelo me contaba a menudo la historia de este empresario tan extraordinario. Él le conocía de cerca, pues el abuelo de mi abuelo y Matías López tuvieron amistad.
La parte más divertida de la historia era el modo en que Matías dio a conocer sus chocolates en Madrid. Primero iba vestido de buen burgués, con un traje alquilado, y preguntaba a los tenderos:
-¿Tienen ustedes el chocolate de Matías López?
-Pues no, señor, pero tenemos este otro que es…
-De ninguna manera. Si no es el de Matías López, no quiero otro.
Al cabo de unos días, López, vestido de repartidor, iba por los mismos ultramarinos ofreciendo sus chocolates. Los tenderos solían coger varias tabletas, porque la marca ya les era familiar.
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Matías López (Sarria, Lugo, 1826- Madrid, 1891) fue un precursor del Márketing. Encargó al dibujante Javier Ortego unos divertidos dibujos en los que se veía a una pareja de flacos y otra de obesos (antes, el ser gordo estaba bien visto), con el lema: «Antes y después de tomar el chocolate de López.
Con estos carteles empapeló la ciudad, los trenes, los comercios, hasta hacerse muy popular.
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López, que llegó a Madrid caminando y nada más que con lo puesto, llegó a ser un gran empresario chocolatero que dio trabajo a muchos madrileños.
Buen conocedor de la historia y los secretos del chocolate, procuró que nunca bajase la calidad de sus productos.

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