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Es innegable que la conquista de América tiene lamentables sombras, pero también hay bastantes luces que sería injusto apagar. Justo es reconocer que la conquista fue sangrienta, y de este aspecto nadie puede vanagloriarse. Debemos recordar que hoy se conquista con la economía, pero en aquella época todos los países conquistaban mediante la guerra.
Hoy tenemos que reconocer que el Descubrimiento permitió al continente americano incorporarse a la Historia moderna y formar una gran comunidad de hispanohablantes, y este es el mayor tesoro encontrado en la conquista americana.
El descubrimiento de América en 1492 está considerado mundialmente como un hecho histórico trascendental que marca el inicio de la Edad Moderna.
La conquista de América tuvo muchos episodios de violencia, de igual modo que el resto de las conquistas que mantenían otras naciones europeas en los cinco continentes. Es cierto que hubo una enorme mortandad entre los indígenas, pero también lo es que en buena parte se debió a las enfermedades transmitidas por los europeos. La violencia no se puede ni se debe justificar. Pero frente a la violencia de algunos conquistadores, hubo quienes defendieron los derechos de los nativos como fray Antonio Montesinos, Fray Bartolomé de las Casas, Antonio Valdivieso, Vasco de Quiroga, Juan del Valle…
 Pese a la actividad bélica inicial, España fue la primera nación en reconocer los derechos de los indígenas y en prohibir su esclavitud. Los españoles no confinaron a los indios en reservas, como hicieron las demás potencias. Tampoco convirtieron los territorios en colonias, sino que los integraron en la estructura del reino de España, en forma de virreinatos.
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Basta recorrer el centro y el sur de América para ver la intensa presencia del mestizaje. Tras la independencia, fueron los gobiernos criollos quienes marginaron a los indígenas obligándolos a renunciar a sus derechos y a sus lenguas nativas.
La versión idílica de la era precolombina que pretenden imponer algunos contrasta con los datos históricos. Los indígenas vivían en una permanente guerra entre tribus, carecían de derechos civiles, y, especialmente entre los aztecas, era constante la práctica de sacrificios humanos (decenas de miles de sacrificios humanos al año, especialmente de niños).
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La continua alusión al oro “robado” parece más bien una cortina de humo para tapar la mala gestión de la economía y la política en algunos países, buscando un chivo expiatorio en épocas remotas que en nada influyen en el presente. Si quieren buscar algún responsable fuera de sus fronteras, les sugiero que recuerden la acción de los EEUU quienes, en colaboración con los dictadores latinoamericanos, convirtieron a estas repúblicas en fincas de las multinacionales.
En México ha cundido un discurso anti-español que tiene poca base histórica y no tiene en cuenta a los verdaderos expoliadores del territorio. El 60 por ciento de territorio de México fue cedido a los EEUU en el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. Estados Unidos le robó a México los territorios más ricos de América (el oro de California y el petróleo de Texas). Antes de la independencia, México era el territorio más rico del mundo. Los «libertadores» se repartieron las riquezas del país con los yanquis y permitieron que México se convirtiera en una colonia de los EEUU.
El imperio español nunca fue colonialista. España incorporó a los territorios americanos a su estructura política, convirtiéndolos en virreinatos. El colonialismo fue la forma de apoderarse de los territorios americanos que practicaron Gran Bretaña y Francia.
Conviene saber que Hispania, la actual España, fue invadida por el Imperio Romano, los cuales se llevaron todo el oro que encontraron en nuestra tierra, en cantidades superiores al que se trajo de América (190 toneladas, frente a 185 toneladas extraídas en América). Sin embargo, a los españoles en ningún momento se nos ha ocurrido reclamar el oro a los romanos. En primer lugar porque ya no existen, de la misma manera que ya no existen los conquistadores. Y sobre todo porque nos parece mucho más importante reconocer que la invasión romana de Hispania nos sirvió para incorporarnos a la Historia europea y para sentar las bases de lo que luego sería un Estado moderno y un Estado de derecho.

Entre 1503 y 1660, se estima que a España llegaron unos 185 toneladas de oro procedentes del Nuevo Mundo. La cifra puede parecer alta, pero solo supone una pequeña parte de las reservas americanas aún existentes. Según la web CEIC dedicada a datos macroeconómicos, México extrajo en 2019 una cantidad de 110 toneladas de oro y Perú, 130. Lo mismo se puede decir de la plata: lo que España extrajo en 150 años es lo que, según los registros de CEIC, ha producido solo en los últimos cinco años Perú.

Es ridículo presentar a los descubridores como simples buscadores de oro, por más que algunos lo fueran. La gesta del Descubrimiento tuvo, a pesar de los desastres habidos, su parte de epopeya. Pierre Vilar, historiador (francés y de izquierdas, por cierto), en su libro Historia de España describe la conquista de América como “la mayor epopeya de la Humanidad
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El 12 de Octubre, día de la Hispanidad, no debe ser solo una fiesta nacional, sino una fiesta internacional de los hispanohablantes. La Hispanidad no es el día más adecuado para los desfiles militares, que deberían trasladarse al día de las Fuerzas Armadas. El 12 de Octubre debería ser un día para la fiesta y la cultura y para el encuentro entre los pueblos hermanos.
En lugar de sembrar el odio entre quienes compartimos una misma cultura y una misma lengua gracias al Descubrimiento, sería bueno buscar lo que nos une y forjar una alianza que diera a la Hispanidad el peso en el mundo que se merece.
Tener más de 500 millones de hispanohablantes, y toda una serie de países hermanos, es una riqueza que vale más que cualquier montón de oro y que no podemos desperdiciar.
Carlos Osorio.
P.D. Algunos opinan sobre el Descubrimiento y la Conquista de América en base a las sombras  e ignorando las luces. Son importantes las denuncias de Fray Bartolomé de las Casas, pero los historiadores reconocen que no todas están probadas y que tienen un componente de exageración. El best seller «Las venas abiertas de América Latina» de E. Galeano, denuncia el colonialismo obviando los aportes mutuos interculturales que dieron comienzo con el descubrimiento.  Por su parte, los estudios de Antonio Espino López son sin lugar a dudas una importante fuente de documentación sobre la conquista militar de América, pero olvida comentar los aportes culturales mutuos y la importante construcción de infraestructuras, universidades, hospitales, etc.  Olvida también contextualizar y comparar las conquistas españolas con las efectuadas por otras potencias como Inglaterra, Holanda, Portugal, Francia y otros países que primero esclavizaron y luego exterminaron a los indígenas.