A mí nunca me ha sorprendido que los superhéroes hagan proezas. ¿Para qué si no tienen esos super-poderes? Supermán o el hombre-araña cumplen con su misión, ni más ni menos que como hacemos los demás trabajadores, cada uno en la medida de sus posibilidades.
¿Qué pensaríamos de un super-héroe que, pudiendo salvar a la humanidad de un peligro cierto, se quedara en la tumbona fumándose un peta y descargándose música pirata?
A mí los que de verdad me admiran son los padres. Esa gente que lo da todo por sus hijos. Los crían con todo cuidado, Les enseñan a vivir, Curran como bestias para que los enanos vivan bien…Eso es lo verdaderamente difícil, y no lo de lanzar un rayo láser que destruya en un momento a un jodido monstruo sideral.
Eso es lo que hace que admire a mis padres, ahora que voy sabiendo lo que son las cosas y lo que cuestan. Ellos son los verdaderos superhéroes.
Y…bueno, hay otros superhéroes admirables: los Reyes Magos.
Menos mal que los magos de Oriente sí que existen, porque si no…Imagínate: ¡Más trabajo para los padres! ¡Como si tuvieran poco!