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En la primera biografía de San Isidro, patrón de Madrid, se cuenta que el santo entró un día en la antigua ermita de Santa María, en Carabanchel. El santo ató al burro con el que hacía las tareas agrícolas junto a la puerta y pasó a rezar sus oraciones. Unos niños le advirtieron de que a las afueras de la ermita un lobo estaba merodeando con intención de matar a su burro.
San Isidro les respondió: «Id en paz, hágase la voluntad de Dios». Concluida la oración, el santo salió de la iglesia para ver lo ocurrido. Encontró muerto al lobo e ileso al burro. San Isidro regresó al interior a dar gracias a Dios.

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Pedro de Répide, en «Las calles de Madrid» nos habla de un suceso protagonizado por un valeroso mozo que salvó a una madrileña del ataque de un lobo.
El mozo se llamaba Manuel, y era recadero en el convento de los Afligidos (en la Plaza de Afligidos, hoy llamada de Cristino Martos)
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Foto: Manuel Martínez (Manuelblasdos.blogspot.com)
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Manuel, cuyo nombre se recuerda en una calle próxima a dicha plaza, transitaba un día por los caminos de El Pardo cuando oyó gritos. Se acercó y vio a una mujer que con un palo trataba de defenderse a sí misma y a su burro del ataque de un lobo. Manuel, con gran rapidez, hizo frente a la fiera y la mató. De vuelta a la ciudad, Manuel se trajo el lobo sobre los hombros y la mujer, una hortelana, contó a todo el mundo la hazaña de su salvador.
En los años cuarenta del siglo XX el lobo desapareció de las sierras madrileñas, pero hace unos años que ha vuelto a estar presente en la Comunidad y a veces pone en peligro a los rebaños, especialmente de ovejas y cabras, como en la foto inferior.
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Foto: El País.
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