A veces, después de ver una exposición en el museo Reina Sofía, me doy una vueltecita por la calle Doctor Fourquet, en la que se han instalado unas cuantas galerías de arte contemporáneo.

La mayoría de las galerías exponen fotografías contemporáneas, otras veces instalaciones, pero de vez en cuando alguna de ellas se anima con la pintura y se me iluminan los ojos.
Suelo echar un vistazo a las salas de Helga de Alvear (una de las pioneras), García Galería, Espacio Mínimo, Nogueras Blanchard, Fúcares, Moisés Pérez de Albéniz, Maisterra, Casa sin Fin, Eva Ruiz…

Estéticamente, las galerías coinciden en sus tendencias minimalistas, y todas rinden el culto al ladrillo, el cemento, el hormigón y las tuberías a la vista.
En cierta ocasión me metí en una de ellas en la que había unas instalaciones de arte conceptual: unos váteres apilados unos contra otros. -«Sin duda un seguidor de Marcel Duchamp»-pensé…
-«Los váteres están de oferta, si le interesan» me dijo el galerista.
El precio era tentador: 30 euros cada uno. Por un momento pensé en hacerme coleccionista…¡con esos precios!
En eso llegaron unos fontaneros y se llevaron los retretes.
¡Caray! ¡Me había metido en una tienda de saneamientos!
Salí y decidí observar con más detenimiento los locales, para no meterme donde no debía.
Mi observación tuvo premio: descubrí un atractivo gurruño de colores en la fachada de una casa.

Tras la ronda de galerías de galerías siempre me tomo algo.
Hay dos opciones recomendables, una a un extremo de la calle: «La Libre»
y otra en la esquina con Santa Isabel: el bar «La Caña».
Fotos: Carlos Osorio
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