Varios cronistas madrileños del siglo XIX y primera mitad del siglo XX trataron de explicar el origen del nombre de las calles de Madrid. En el barrio de Lavapiés, un barrio del que aún no se habían hecho estudios históricos rigurosos, la toponimia era muy rica en nombres originales y curiosos. Ello alimentó la fantasía de algunos cronistas como Antonio Capmani y Montpalau o Pedro de Répide, quienes atribuyeron significados un tanto fantasiosos a algunas calles del barrio, sin que hasta la fecha estas interpretaciones hayan sido cuestionadas.

Al hablar de la calle de la Esperanza, Capmani y Répide nos dicen que aquí vivía una señora llamada Esperanza, cuya hija Esperancilla fue requerida de amores por el rey Enrique II de Trastamara. Acto seguido nos dicen que Esperancilla vivía en la calle de la Berenjena (actual Marqués de Toca). ¿Madre e hija vivían en casas diferentes en pleno siglo XIV?. ¿No sería más lógico que ambas vivieran en la misma casa, en la calle Berenjena?. Pero ese no es el quid de la cuestión.

En los inicios del siglo XVII, cuando se puso nombre a estas calles, un grupo de moriscos que vivían en la zona y que al parecer regentaban algunas casas de citas, fueron expulsados (Felipe III decretó la expulsión de los moriscos en 1609). Tal vez por esta razón, se decidió poner un nombre inequívocamente cristiano a las calles: calle de la Fe, calle de la Esperanza, y calle del Ave María. Entendámonos: la Esperanza no era una señora, sino una virtud teologal.

Con respecto a la calle del Sombrerete, Répide nos cuenta que : «El origen de su nombre (que en un principio fue el más largo de Sombrerete del Ahorcado) recoge el suceso protagonizado por un supuesto Gabriel de Espinosa, maestro pastelero oriundo de Madrigal de Altas Torres que, habiendo sido descubierto suplantando al desparecido don Sebastián depuesto rey de Portugal, fue condenado a muerte en 1595″. También nos cuenta que el cómplice del suplantador, el cura Fray Miguel de los Santos, fue condenado a muerte y se le ejecutó en la Plaza Mayor. Estos hechos son ciertos, pero aquí viene lo extraño: Tras ser ahorcado, las gentes cogieron el sombrerete o bonete que llevaba el cura y lo pusieron en un palo y lo trajeron hasta este lugar, actual calle del sombrerete. Pero no nos dice por qué ni para qué lo trajeron aquí. Répide parece basarse en una costumbre del siglo XVII: cuando moría alguien se colocaba en su ventana un palo con un sombrero. Era señal de duelo. Pero que sepamos, nadie se dedicaba a pasear con palos y sombreros y menos a llevarlos a una calle que probablemente aún no existía, ya que esta zona se urbanizó en el siglo XVII.

No sería más lógico pensar en otra explicación para el nombre de esta calle?. Es posible que hubiese algún ahorcado con sombrero en la zona, pero no tendría por qué ser el que nos dicen. A mí se me ocurre pensar que pudo haber aquí una fábrica de sombreros, ya que hubo varias en Lavapiés.

 

Curiosidades y despropósitos de las calles de Madrid. Carlos Osorio.