Hoy, como cada 26 de Julio, está previsto que la sangre de San Pantaleón se licúe.
La ampolla de vidrio que contiene esta reliquia podrá ser contemplada por los asistentes a la misa que se celebrará en el monasterio de La Encarnación.
Lo habitual es que la sangre pase del estado sólido al líquido, lo que se llama licuefacción, y que mañana, día de San Pantaleón, recupere la solidez.
Este hecho, considerado milagroso por algunos (la Iglesia no se ha pronunciado oficialmente al respecto),
despierta la admiración de unos y la incredulidad de otros.
A la reliquia se le han atribuido curaciones milagrosas.
Existe un documento de 1724 en el que un grupo de médicos y teólogos certifica la licuefacción.
El misterio de la sangre de San Pantaleón interesa especialmente a los amantes del misterio y de lo oculto, pero a mí me interesa todavía más la vida de este hombre.
Pantaleón era un médico del siglo III que dedicó su vida a curar a los más pobres.
Toda la herencia que recibió de su padre, también médico, la destinó a los necesitados.
La persecución contra los cristianos decretada por el emperador romano puso fin a sus días. Pantaleón fue decapitado por el simple hecho de ser cristiano. Sus compañeros tuvieron tiempo de recoger unas gotas de su sangre y de guardarla en una ampolla de vidrio.
Me llama mucho la atención la vida de este hombre, tal vez por vivir en unos tiempos en que gentes que probablemente no tengan sangre en sus venas pretenden privar de la sanidad a los más pobres.