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Hoy, día 26 de Julio, se espera que se vuelva a producir la licuación de la sangre de San Pantaleón en el madrileño monasterio de la Encarnación. Esto viene sucediendo desde el siglo XVII, cuando la ampolla con la sangre del santo llegó a Madrid procedente de Nápoles.

Cada año, en la tarde del 26 de julio, se produce el milagro de la licuación de la sangre de San Pantaleón (la Misa es a las 19 h. y el domingo 27 la Encarnación está abierta todo el día). Una pequeña reliquia de la sangre del santo, seca y oscura, contenida en una pirámide de cristal, se licúa, y al final del día siguiente, 27 de julio, día de San Pantaleón, vueve al estado sólido. Además, en la Encarnación custodian un hueso de este santo. La Iglesia Católica, que permite el culto a la reliquia, no se ha pronunciado oficialmente. Para unos es un milagro, para otros es un truco. En cualquier caso, es interesante conocer la vida de San Pantaleón, mártir del siglo III.

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San Pantaleón, nació en el siglo III en Nicomedia, en la actual Turquía, por aquel entonces parte de Imperio Romano. Hijo de un médico pagano y de una cristiana, que le enseñó su religión. Se hizo médico como su padre, y cristiano como su madre, dedicando una atención preferente a los pobres.  A la muerte de su padre, heredó una fortuna que invirtió en crear un hospital donde atendían gratuitamente a los más necesitados. Esto suscitó la envidia y el resentimiento de otros colegas médicos que le denunciaron por ser cristiano ante el emperador de Roma,  Maximiano, quien lo acusó de hacer «magia».

Fue detenido. Primero le pidieron que renunciara a la fe cristiana, a lo que el santo se negó. Después le torturaron para alejarle de la fe. Finalmente, fue decapitado el 27 de julio del año 305. Recogida su sangre por los cristianos de Nicomedia, pronto comenzó a ser venerado. Su culto se extendió a Italia, a Francia y a España, donde se encuentran reliquias del santo en Burgos, Pamplona y Madrid.

Un fenómeno similar tiene lugar en Nápoles con la sangre de San Genaro, que también murió en el año 305 y, además, la sangre de Madrid procede precisamente de Nápoles.