Cuadro de Guillermo P. Villalta
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1976 está considerado como el año del inicio de la Movida Madrileña. La Movida fue una fiesta que duró una década, pero nunca llegó a desaparecer del todo. De hecho, en aquel momento se estrenaron modos de vivir, de vestir, de relacionarse y de divertirse que, en lo esencial, no se diferencian demasiado de los actuales.
En realidad la Movida no fue una sola, hubo muchas movidas juntas. Por un lado la Movida creativa (Música, pintura, cómic, cine…) Por otro lado la Movida socio-política, en un país que estrenaba cotas cada vez más amplias de libertad (los progres, los cantautores, las revistas, el asociacionismo). Estaba la Movida de las tribus urbanas, cada una con sus rituales (Rockers, mods, punkis, heavys,…), La Movida de la fiesta, la Movida del desmadre (con sus luces y sus grandes sombras) y también estuvo presente la movida cultural, social y política.
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A mí personalmente me sigue pareciendo que la Movida más importante de todas fue la Movida cultural, aquella explosión de música (cientos de grupos nuevos cada año), arte, arquitectura, literatura…y dentro de la Movida cultural, la búsqueda de lo madrileño.
Madrid se reinventó y aprendimos a valorar nuestra ciudad. Madrid no quería ser Nueva York, ni Tokio, quería ser Madrid. Se rehabilitaron y protegieron los edificios históricos, se salvaron los barrios del Centro,
se crearon centros culturales y museos, se recuperaron las fiestas y verbenas…
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Había tantas ganas de hablar y de poder opinar, tras largos años de dictadura, que llegó la Movida de la Transición, en la que surgieron toda una serie de cafetines donde la gente se tiraba horas charla que te charla y raja que te raja. El primero fue el Café de Ruiz, y luego vinieron el Manuela, el Pepe botella, El Foro, el Estar, Ajenjo, Isadora, La Aurora, El Despertar…
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Y fue por entonces cuando en el resto del mundo comenzaron a escuchar el nombre de Madrid, como una ciudad acogedora, activa y divertida.
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