La antigua «Bodega de Méntrida», del año 1929, se transformó en 1989 en La Castela, conservando buena parte de su decoración original. Las cañas y el vermú de grifo son excepcionales, debido a la profesionalidad de los camareros y al largo serpentín enfriado a la antigua usanza. En La Castela tienen una gran variedad de ricas tapas y raciones, y un comedor interior a un precio razonable, aunque me gusta más la barra (en la que no es fácil encontrar sitio).Los chipirones encebollados de esta casa son inolvidables. Buenas opciones son la cecina, la ventresca, las setas, el bacalao, el atún, las almendras fritas…Lo peor es el ruido, ya que siempre está hasta los topes. Se halla está joya en la calle Doctor Castelo nº 22, semiesquina a Narváez.    Fotos: Carlos Osorio.