“Hojas del árbol caídas, juguetes del viento son…”
Eso era antes, en tiempos de Bécquer. Ahora, las hojas que tienen la osadía de caerse del árbol son rápidamente fusiladas por unos aguerridos operarios armados con tubos sopladores.
¿Qué daño les hacen las hojas? ¿Por qué no dejan que disfrutemos un rato del esplendor del otoño. Pasear por un parque madrileño un dia laborable es un suplicio, dado que los tubos sopladores y máquinas ruidosas de todo tipo trabajan con denuedo para impedir que las hojas se posen en el suelo. Antes se barría con escobas. Se tardaba un poco más, es cierto, pero uno podía pasear a gusto por las calles y parques de Madrid. Estas técnicas agresivas de limpieza, además, favorecen las alergias e incumplen las normativas sobre el ruido. El Ayuntamiento debería darnos ejemplo multándose a sí mismo por exceso de decibelios.
Foto: C. Osorio