Una costumbre muy madrileña era la de hablar con los otros viajeros en los transportes públicos.
Hasta hace unas pocas décadas era muy frecuente que se formasen conversaciones y tertulias.
Poco a poco se ha ido perdiendo la costumbre de hablar con los desconocidos.
¿Y por qué no?
Tenemos mucho que aprender de la gente que nos rodea.
Hablar con los demás nos reconforta, nos enriquece y nos hace mejores personas. ¡Hablemos con ellos!
Foto: Carlos Osorio.