Excelentísimo Señor Alcalde:
He oído que va a gastarse usted un montón de millones en cambiar las ventanas de su nuevo palacio. Digo de “su” palacio, ya que va a ser solamente para el Alcalde, no para el resto del Ayuntamiento.
Ese Palacio de Comunicaciones estaba en buen estado cuando usted lo ocupó. No entiendo muy bien que haya tenido que gastarse 463 millones de euros (o sea, 77.000 millones de pesetas) en acondicionarlo para que usted se mude allí. Pero menos aún entiendo que en esta época, tiempo de crisis en que mucha gente lo pasa mal, tenga usted que cambiar unas ventanas que están perfectamente. Ha dicho usted, excelencia, que hay que cambiar las ventanas porque las que hay pueden abrirse y usted quiere otras que no se abran. ¿Por qué le molesta que puedan abrirse? Deje que se abran las ventanas, señor Alcalde, y así podrá usted escuchar al pueblo de Madrid, un pueblo con bastante sentido común, al que vale la pena tener en cuenta a la hora de hacer gastos importantes.
Y si usted insiste en su idea de que las ventanas no se abran, pues entonces, mire, le propongo una cosa. Me acerco yo con un soplete y le hago un punto de soldadura a cada ventana. Así nos ahorramos los madrileños unas decenas de millones que podríamos destinar a: crear espacios deportivos públicos en el centro, que no hay ninguno, hacer escuelas infantiles, centros para los sin techo, locales para jóvenes, etc…
¿Qué me contesta?