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Sin duda alguna, las Majas de Goya son uno de los símbolos del Museo del Prado y por tanto uno de los símbolos de Madrid.
Sepamos algo más sobre las majas.
El poderoso primer ministro Manuel Godoy encargó al pintor Goya dos retratos de gitanas para decorar la antesala de su despacho.
Por tradición, solían ser gitanos-as los que posaban para los pintores en las academias y talleres, por tener menos prejuicios y menos pudor para mostrar su cuerpo «al natural».
La Maja Desnuda es el primer desnudo femenino en la historia de la pintura que no aborda un tema mitológico, sino una mujer de carne y hueso, y que además muestra el vello púbico. ¡Aún existía el bello vello..!
¿Bien, y …qué pretendía Godoy con este capricho?
Pues en primer lugar deleitarse contemplando la belleza femenina, pero además quería mostrar su poder, ya que nadie más que él podía permitirse exhibir una maja desnuda en sus habitaciones, en una España dominada por el conservadurismo de raíz religiosa.
A más de un inquisidor le rechinaron los dientes al enterarse de esta osadía, pero no pudieron hacer nada por impedirlo, al menos de momento.
Por cierto, hay alguna leyenda por ahí que insinúa que la maja podría ser la duquesa de Alba, o la joven Pepita Tudó, con la que Godoy mantenía una relación extraconyugal, pero la verdad es que ni la una ni la otra guardan un parecido destacable con la gitana pintada.
El secuestro de la Maja Desnuda
Al caer Godoy en desgracia, el caprichoso Fernando VII se apropió de las majas, pero el gozo le duró poco, ya que la santa Inquisición se incautó del cuadro y lo encerró bajo llave en una de sus prisiones.
Allí, en su lóbrega celda, donde nadie la podía ver…(bueno, nadie excepto los inquisidores que se darían una vuelta de vez en cuando para asegurarse de que la maja estaba bien y no le hacía falta ninguna cosa)…pasó cerca de un siglo.
La maja desnuda estuvo presa hasta comienzos del siglo XX, cuando que fue liberada y depositada felizmente en el Museo del Prado.
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La compañera, nuestra Maja Vestida, luce el típico atuendo de las «majas», rumbosas  mujeres del pueblo que vestían a la última y rivalizaban en elegancia con las aristócratas. Por ello se les llama majas a las dos figuras yacentes.
La maja vestida en realidad no está tan tapada, ya que sus formas femeninas se adivinan tras un vestido ceñido y ligeramente transparente. ¡Habría que ver cuál de las dos está más desnuda!
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El caso es que este grupo de caballeros, en la foto tomada por  Elliot Erwitt, parece tener muy claras sus preferencias.