Aquí tenemos a don Pío Baroja extasiado con un buen libro, y lo más asombroso de esta imagen es la provisión de libros que el buen señor tiene todavía por leer, o quizás son los que ya se ha leído. En todo caso, lo mejor del invierno es poder sentarse confortablemente a leer un buen libro. Ni la tele ni Internet producen tanto placer.