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A fines del XIX y en el primer tercio del siglo XX, las fiestas en el Palacio de Bauer eran sonadas. Sonadas porque actuaban músicos de renombre, y porque allí bailoteaba la flor y nata de la aristocracia.
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Las gentes sencillas, a falta de programas televisivos de cotilleo, acudían a ver la entrada y salida de los invitados para comentar de sus vestidos y tratar de reconocer a los famosos.
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Coincidiendo con la llegada de la guerra civil de 1936 el palacio queda vacío. La propia realidad del momento explica por sí sola el rápido abandono del palacio.
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En 1940 el palacio fue adquirido por el Estado para Conservatorio de Música.
En 1966 el Conservatorio se traslada al Teatro Real, en la plaza de Isabel II, quedando sin uso el palacio Bauer.
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En 1973 el edificio es destinado a sede de la Escuela de Canto, institución que lo ocupa en la actualidad.
Se realizan algunas reformas como la sustitución del enfoscado por ladrillo visto en la fachada.
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La Escuela de Canto ha conservado la decoración original del palacio, utilizándose sus dependencias para la enseñanza del bel canto.
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La foto superior muestra una sala decorada con pinturas de las cuatro estaciones.
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Yeserías, ebanistería y pintura se combinan armoniosamente dentro del estilo neorrococó.
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Desde alguna lejana estancia llegan ecos de un aria de ópera italiana y el paseante, cerrando los ojos, se deja transportar a un mundo perdido.
Fotos: Carlos Osorio