El feismo o culto a la fealdad, unido a la desidia de los organismos que deberían velar por el patrimonio  han propiciado que los tejados y fachadas del casco histórico se hayan llenado de enormes tuberías, monstruosas chimeneas y cutres aparatos eléctricos colocados allí donde más se ven y más desentonan.
 Véase por ejemplo este conjunto de repetidores de móviles y aires acondicionados en un edificio protegido de la Plaza de Santa Ana
 Esta «airosa» chimenea en el tejado de las Escuelas Pías
 O la llamativa chatarrería que corona el Corte Inglés de Sol.
¿Tanto cuesta poner un poquito de cuidado en mantener curiosita nuestra hermosa ciudad?
Fotos: Carlos Osorio.