Una antigua y preciosa óptica del siglo XIX nos regaló a los madrileños este estupendo barómetro. Así los paseantes podían hacer sus predicciones meteorológicas. Los barómetros miden la presión atmosférica y así pronostican el tiempo que hará. Aún funciona. Hoy, en el lugar de la óptica, calle del Príncipe 10, hay un bar que se llama el barógrafo, en homenaje a los aparatos que se conectan a los barómetros y sirven para dibujar unos gráficos que ayudan a medir el tiempo. La óptica se llamaba Villasante y desapareció no hace mucho pese a estar declarada establecimiento tradicional madrileño.
Foto: C. Osorio