De la ciudad al campo caminando.
Del Paseo de Rosales al arroyo de Antequina.

Ruta de senderismo cuya filosofía es redescubrir la conexión entre el campo y la ciudad. Salimos andando por el asfalto y nos internamos en un reducto de naturaleza bastante bien conservado.


Durante siglos, la ciudad ha estado en estrecha conexión con el campo circundante. Hasta hace muy poco era posible entrar y salir de la urbe andando, a caballo, en carro o en bicicleta. Hoy, la especulación salvaje y la fiebre del asfalto han roto esa unión agro-urbanística. Las sucesivas autopistas de circunvalación actúan como verdaderas murallas entre la naturaleza y el núcleo de población. Sin embargo, aún es posible reconstruir pequeños puntos de conexión entre ambos espacios, establecer alguna ruta que nos permita conectar con la naturaleza circundante.
Hace años, caminando por Madrid, descubrí esta ruta que hoy te propongo.

-Ruta 1: De Rosales al Arroyo de Antequina.

-Descripción: Ruta circular de senderismo. Duración: cerca de 4 horas.

-Equpamiento: calzado deportivo, gorro, algo de comida, agua, móvil, mapa-callejero.

-Epoca: Invierno, primavera y otoño. En noviembre las hojas de los árboles se tiñen de amarillo.

Salimos del Paseo de Rosales esquina a Marqués de Urquijo, junto a la estatua del pintor Rosales y el Kiosko-terraza Magadán.
Descendemos junto a la calle Jacinto Alcántara, hasta la glorieta de la fuente. Cruzamos el Paseo de Camoens y caminamos junto a dicho paseo (en dirección noroeste, como si fuésemos hacia el puente de los franceses). Pasamos junto a una estatua de la virgen, luego junto a una pequeña cancha de baloncesto, luego descendemos un poco junto a unas instalaciones de parques y jardines. Ahora vemos la vía del tren y cruzamos por una pasarela de hierro. Descendemos por el lado derecho de la pasarela. Caminamos por el camino que sigue hacia la derecha y luego baja pasando junto a un edificio municipal blanco y naranja. Cruzamos ahora la Avenida de Valladolid por el paso de peatones que hay enfrente. Nos internamos en la calle Loeches, y giramos a la Derecha en la calle Aniceto Marinas. A unos cien pasos tenemos un puente que aprovechamos para cruzar el río Manzanares. A cien metros a la derecha encontramos una calle que sale a nuestra izquierda, en cuya esquina está un polideportivo llamado “José María Cagigal”. Al fondo de esta callecita vemos la pasarela blanca que atraviesa la M-30. La cruzamos y llegamos a la Casa de Campo.


Caminamos hacia la derecha por el llamado Paseo del Piñonero. Dejamos a nuestra izquierda un campo de fútbol. Dejamos a nuestra derecha una pequeña central eléctrica.
Encontramos la vía del tren a nuestra derecha y seguimos caminando. Durante un rato vamos a seguir la ruta con la vía a nuestra derecha. A la media hora de haber entrado en la Casa de Campo bajamos una cuesta y nos encontramos con el Arroyo de Antequina. A la derecha hay un enorme talud donde pasa la vía del tren. Sin cruzar el arroyo, seguimos por un camino que va pegado al arroyo por el margen izquierdo. Podemos parar un rato a contemplar la naturaleza. Es zona abundante en aves.

Seguimos el camino que ahora se convierte en pista de tierra y grava. A ratos, el camino se aleja un poco del arroyo, pero vuelve a encontrarse con él un poco más adelante. En 10 o 15 minutos llegamos al Puente de la Garrapata. Ahí hay una fuente. Cruzamos la carretera y seguimos el arroyo para ver una curiosa presa en miniatura que han hecho. Luego llegamos hasta la valla de la Casa de Campo, donde el arroyo se interna en el parque forestal de Somosaguas. Pero eso lo dejamos para otra ocasión. Ahora retrocedemos hasta el puente de la garrapata. Subimos por una suave pendiente la carretera llamada “de la ciudad universitaria” en dirección al cerro de Garabitas. La carretera está bordeada por dos hileras de magníficos pinos piñoneros. A los 15 o 20 minutos llegamos a un cruce de caminos y carreteras donde hay una fuente. Enfrente vemos un camino flanqueado por dos pivotes blancos y rojos, que conduce al cerro de Garabitas. Pasamos junto a la torre de vigilancia de incendios, y contemplamos un poco más adelante las excelente panorámica de Madrid. El cerro de Garabitas estuvo ocupado por nidos de ametralladoras del bando franquista durante la guerra civil, y todavía hace unos años solía venir por aquí un viejo que había participado en la contienda y le gustaba contar sus batallitas. Retrocedemos al cruce de carreteras y ahora tenemos dos opciones: Si cogemos la carretera de la derecha en dirección sur-oeste, llegaremos al teleférico y viajaremos volando hasta el Paseo de Rosales. Esta es una opción alternativa. Pero los andarines vamos a volver a pie. Cogemos la carretera de la izquierda, en dirección más o menos sur-este. Esta carretera se llama de Garabitas, y va pegada a la falda de dicho cerro. Da gusto caminar cuesta abajo. Cuando termina la carretera, ya cerca de la M-30, andamos cien metros hacia la izquierda y volvemos a cruzar la pasarela peatonal. Desde aquí hacemos el recorrido, en sentido inverso, hacia Rosales.

Fotos: C. Osorio
Visitas Guiadas por Madrid