Los cines de Madrid se convierten en restaurantes (Platea) o en supermercados, los antiguos cafés de Madrid se convierten en restaurantes (Gijón, Comercial, Viena), las pocas salas de fiestas y salones de baile que no han desaparecido se han convertido en restaurantes (Florida Park),  los museos se amplían para albergar cafeterías y restaurantes…¿Es que no sabemos hacer otra cosa excepto comer?

Los programas culturales han desaparecido de las televisiones para ser sustituidos por concursos gastronómicos. Y todo gira en torno a la pitanza.
Pues sí, el nuevo café Comercial ha olvidado sus tertulias literarias y se ha centrado en las comidas y cenas. Esto ya hace tiempo que sucede en el café Gijón. El Florida Park reabre sus puertas, lo que de por sí es una buena noticia, pero orientado, mire usted por dónde, a la gastronomía.
La mayoría de los cines ya son supermercados, y a los pocos cines que nos quedan la gente va con unos contenedores de palomitas de tal calibre que se diría que llevan semanas sin comer. Cines como el Carlos III se convierten en centros de la irritante Nueva Cocina, y el cine Palafox se ha transformado en cine-restaurante

¿Ya no quedan madrileños dispuestos a conversar, a participar en una tertulia, a debatir, a ver una película en las debidas condiciones, a bailar?
No podemos por menos que recordar aquella frase que dedicó Don Quijote a Sancho Panza:
«Come, Sancho hijo, come, tú que no eres caballero andante y que naciste para comer»