Entre la M-40 y el monte de El Pardo, existe un pequeño espacio natural que milagrosamente se ha salvado de la fiebre del cemento y el asfalto. Allí pervive una encantadora granja con palomar de principios del siglo XX en la que corretean gallinas, pavos, cabras y caballos. Al fondo se ven las cuatro torres. La verdad, veo más civilización en esta pequeña granja que en las desafiantes torres.
Fotos: (c) C. Osorio