El Pozo de Santo Domingo el Real de Madrid
-Había oído hablar de la posibilidad de que aún se conservara el pozo de Santo Domingo. Hojeando libros en la Biblioteca Histórica, encontré que había una mención a este pozo y que podría conservarse en el patio de un edificio en la calle Campomanes.
Cogí la camarita de fotos y me fui a dar una vuelta para ver si era cierto.
-El convento de Santo Domingo, junto a la plaza del mismo nombre, se fundó en 1212 y fue lamentablemente destruido tras la desamortización de Mendizábal en 1869.
-Según la tradición popular fue el propio Santo Domingo de Guzmán quien mandó abrir el pozo de este convento y luego lo bendijo. Por esta razón, las gentes atribuyeron al agua de este pozo propiedades salutíferas. Junto al brocal se sitúa la leyenda del fraile que se apareció a Pedro I el Cruel.
En 1808, los soldados de Napoleón, entre otras tropelías destruyeron el brocal del pozo, pero el pozo siguió existiendo. En 1840 se construyó un nuevo brocal para el pozo similar al anterior: un simple cilindro de granito.
-Al derribarse el convento, se urbanizó la zona. Una de las nuevas calles creadas fue la de Campomanes y, al hacer uno de los edificios, decidieron respetar el pozo, que quedó enclavado en el patio.
-No tenía mucha fé de encontrar nada. A fin de cuentas, cuando vas en busca de un pozo del siglo XIII, del que nadie habla ya, no te haces muchas ilusiones.
-Llegué al número tres de la calle de Campomanes, donde supuestamente se habría conservado el pozo. Eché un primer vistazo y me llevé una decepción. No había pozo en el patio.
Rápidamente salió un vigilante y me pidió que me fuese y me prohibió sacar fotos.
Volví  pasados unos minutos. Entonces creí ver algo en la pared del patio, a unos dos metros del suelo. Me agaché e hice la foto, justo a tiempo, porque el cancerbero ya se estaba poniendo frente a mi para impedirme hacer fotos. ¡bueno, por lo menos había conseguido lo que quería! ¡Sí, allí estaba, era el brocal del pozo!
-Probablemente el agua del pozo dejó de ser potable a lo largo del siglo veinte y tal vez, como ha pasado con otros pozos, los vecinos los cegaran porque olían mal o porque podían aparecer roedores diversos a través de ellos. El brocal continuó allí hasta que en una reciente reforma  decidieron hacer una «originalidad» con él. Lo colgaron en la pared, a cierta altura y lo convirtieron en macetero, plantando en él varias plantas que lo cubren casi por completo (un gesto digno de gente que no sabe apreciar apreciar el patrimonio)
-Pues bien, esta es la situación actual del pozo de santo Domingo, del que como hemos visto, solo queda el brocal de granito de mediados del XIX.
Fotos: C. Osorio