.
Mediado el siglo XX, en la época del desarrollismo, la arquitectura madrileña se olvida de los balcones y apuesta por las terrazas. Todo el mundo quiere tener grandes terrazas, aunque luego nunca las usen.
Los balcones habían demostrado su eficacia entre los siglos XVI al XX; pero la modernidad no podía soportar ningún elemento arquitectónico clásico. Resultado: las fachadas de Madrid se llenan de terrazas, no siempre bien orientadas ni bien pensadas.
.
.
Las terrazas no suelen funcionar en Madrid (salvo las de las azoteas o las bien orientadas). Aquí tenemos 9 meses de frío y 3 de intenso calor.
Las terrazas acaban sepultadas por los antiestéticos cerramientos de aluminio, para ganar espacio.
A falta de normativas, cada vecino hace el cerramiento como le viene en gana, y el feísmo se adueña de la ciudad.