A finales del siglo XVI, los corrales de comedias del Príncipe (actual teatro Español, en la plaza de Santa Ana) y de la Cruz (que estuvo en la calle Espoz y Mina) arrasaban con una estupenda programación teatral cuyos libretos estaban escritos por los mejores escritores españoles del Siglo de Oro.
El éxito de estos dos teatros motivó que se abrieran otros cuatro corrales de comedias en Madrid.
El hecho no pasó desapercibido a los poderes públicos, quienes en 1620 establecieron unos impuestos elevadísimos a los teatros, pensando que iban a sacar una buena tajada. 
El resultado no se hizo esperar, cuatro de los seis teatros cerraron sus puertas al poco tiempo y los otros dos, el del Príncipe y el de la Cruz, fueron de mal en peor hasta que, para evitar su cierre, el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo de los mismos.
No sé, no sé,… pero yo juraría que esta historia me recuerda a algo…algo que está sucediendo en nuestros días.