Uno de los secretos mejor guardados del barrio de Cuatro Caminos es este bar: La Llama, donde brillan con luz propia la cocina española y la gastronomía mediterránea, ambas, como se sabe, en franco retroceso frente a la deletérea comida rápida.
Varios camareros y creo que los dueños también son de la zona zamorana de Sanabria.
El bar está siempre lleno, con lo que no vale la pena intentar reservar mesa. Hay que ir pronto.

La Llama cuenta con una variadísima oferta en su carta, en la que no faltan las verduras, los platos de cuchara, la fruta y otras viandas en peligro de extinción.
Los precios son tan ajustados que el caminante no acaba de entender cómo se puede incluir un entrecot o un besuguito a la espalda en un menú barato.
¿Para beber?
Para beber vino y casera, qué demonios, que está bien rico y aunque no se hayan atrevido a incluirlo en las denominaciones de origen (son unos cursis), es un verdadero placer para los sentidos.
Y para comer:
Caldo gallego, Potaje de garbanzos, Acelguitas rehogadas, Judías verdes (no es un sueño, aún existen las judías verdes) cogollos con ventresca…
¿Y de segundo?
Pueees…
Entrecot de choto, Cochifrito, Lacón a la gallega, Rodaballo, Emprador, Gallo, Besugo…
(todo ello sin salirnos del menú)
Pan, vino y postre.
Damas y caballeros, algo así solo es posible en España.
Así que, queda dicho. Yo de aquí no me muevo.
La Llama. C/ General Ibáñez de Ibero nº 2, semiesquina a Reina Victoria.
Fotos: Carlos Osorio.