Hoy recordamos a Julio, el último botero de Madrid, que falleció estas pasadas navidades. La botería cerró definitivamente al no haber sucesores.

Uno de los talleres artesanos con mayor encanto del viejo Madrid fue la botería de la calle del Aguila, fundada hace un siglo. Julio, el botero, heredó el oficio de su padre y de su abuelo, quien había entrado como aprendiz.

¿Cómo se hacían las botas de vino? Este era el sistema: Una vez curtida la piel, el artesano la moja y usando moldes de hierro la corta. Luego cose, primero a mano y después a máquina, con hilo mojado en pez. A continuación le pone las tirillas para colgar las cuerdas. Una vez seca, vierte en ella la pez líquida (mezcla de aceite y resina negra) Entonces coloca el brocal (hoy día de plástico, antes de madera o de hueso) formado por tres piezas: bisagra, trampilla y tímpano. Finalmente, procede a la curación de la bota metiéndola en vinagre.

Siempre me han gustado las botas, y he tenido unas cuantas. La bota es símbolo de compartir en buena armonía, de comunicación, de fiesta…como decía el refrán: «El vino en bota, y la mujer (o el hombre) en pelota».
Botería: Calle del Águila, 12.

Esperemos que este material histórico sea protegido para conservar la memoria de un oficio que desaparece.
Fotos: C. Osorio