Encantador edificio de formas abstractas creado en 1956 por el arquitecto Alejandro de la Sota para la Feria del Campo, en concreto para representar a la provincia de Pontevedra.
Si bien la mayoría de los pabellones regionales representaban edificios regionalistas, algunos muy logrados por cierto, hubo arquitectos, como De la Sota, que crearon edificios organicistas muy innovadores.
Fue interesante esta primera etapa de De la Sota, ya que luego sucumbió al racionalismo más purista.

En la interesante web Urbipedia nos describen muy bien este pabellón:
«Partiendo de temas cercanos a Le Corbusier, se buscaba una arquitectura “abierta y ligera” que no “encerrase” al visitante. La planta se organizaba como transición entre espacios abiertos, cerrados y semicerrados. El visitante debía seguir un itinerario en el que cada motivo se exponía en el marco adecuado. Al exterior, productos del campo, gráficos de colores sobre muretes escalonados formando un corredor, flores, el crucero y el hórreo de piedra. En la parte cerrada, los objetos del Museo de Pontevedra y los conejos de angora. En los espacios semiabiertos, el vino, la taberna para probarlo y al final del recorrido, una vidriera de inspiración neoplástica para ver a contraluz los telares. Delimitaban la parcela, dos altos muros libres cruzados por otros dos más bajos que servían de biombo hacia la calle para disponer los rótulos y anagramas. La composición abstracta de huecos recortados verticales y horizontales de los muros y fachada principal provocaba un juego de luces y sombras que contribuía a aumentar la sensación de ligereza perseguida.

Constructívamente el edificio se resolvió con muros de ladrillo enfoscados, pintados de blanco o policromados, forjados cerámicos, losas y vigas invertidas de hormigón, pavimentos continuos de cemento teñidos de gris, carpintería de madera de pino y un murete bajo de cerramiento de ladrillo prensado colocado en espiga.
Contribuyó decisivamente el pintor Jesús de la Sota en la organización de los temas expositivos y plásticos»

El pabellón fue derribado tres años después.
Una pena. Valdría la pena reconstruirlo en alguna parte.
Fotos: Urbipedia.