Don Segismundo Moret y Prendergast (1833-1913), político conservador de exquisitos modales y atildado bigotito, pensó en el sabio Ramón y Cajal para nombrarle ministro. Subió las escaleras del laboratorio donde el médico Cajal estaba investigando, y le expresó su propuesta. Cajal, visiblemente contrariado, respondió:
−¿Ministro? ¿Que si quiero ser ministro? Mire usted, tengo tanto trabajo con mis investigaciones que no salgo a la calle, ni siquiera a tomar un café. Le aseguro a usted que no me queda tiempo para perderlo en tonterías.
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