Un sol grande y redondo convierte en oro a Madrid. La niebla corre a esconderse y millones de gotas de rocío trepan por las hierbas recién nacidas para brillar al sol. Las gotas se van evaporando y se elevan hacia el cielo.
Amanece en el día de Difuntos, y junto con las gotas de rocío se elevan las almas de los madrileños que han fallecido en este año.
Según la tradición, en este cerro de Garabitas, en la Casa de Campo, se dan cita las almas de los difuntos para despedirse de Madrid antes de subir al firmamento…y desde allí buscarán un agujerito para ver su ciudad.
El caminante mira al cielo y distingue esas pequeñas lucecitas…
Foto: Carlos Osorio.